sábado, 8 de noviembre de 2008

Reflexión acerca de la enseñanza


Acabada la carrera y con algo de miedo por los rumores de que éste sea el último año del curso del CAP (Certificado de aptitud pedagógica) estoy dedicada a la pedagogía por unos meses, mientras espero al comienzo del Postgrado para profesores de español para inmigrantes. He oído durante años que el Cap no vale mucho, que es un mero trámite para un día presentarse a oposiciones al Mec (o Mepsyd, ya no sé) y que son meses perdidos haciendo trabajillos sobre didáctica y psicología educativa. Yo, sinceramente, era escéptica acerca de su utilidad, pero ya que tengo que hacerlo he decidido no perder estos meses y sacarle provecho. Puede que se oriente mucho a la educación secundaria de niños de 12 a 16 años y mi didáctica específica sea de lengua y literatura de una L1, pero las bases son las mismas y voy a tratar de llevarlo todo más a mi terreno, la enseñanza de lengua extranjera a adultos.

Las clases de tutoría, psicología, sociología… me ayudan a relfexionar sobre temas que más de una vez me he planteado, por ejemplo, la didáctica de grupos, el estudio de estereotipos y prejuicios y los modos de evitar la intolerancia en el aula o estrategias para trabajar la diversidad.

En más de una de las sesiones de la asignatura Organización y currículo se nos ha insistido mucho en la orientación bidireccional de la relación enseñanza-aprendizaje. El profesor enseña y a veces el alumno no aprende y otras veces el alumno aprende sin que el profesor enseñe explícitamente algo. En la misma línea está la reflexión contínua que debe practicar el docente: ¿Cómo estoy enseñando y cómo están aprendiendo mis alumnos? Los errores de aprendizaje no sólo se deben al alumno, claro que tiene una gran responsabilidad, pero parte de culpa recae sobre el profesor. Hay uqe plantearse cómo aprenden los alumnos para reflexionar sobre cómo enseñar. Si enseñamos “superbien” y los alumnos no entienden quizás no sea culpa nuestra y debamos plantearnos el cambiar las pautas de enseñanza para adaptarnos a cómo aprenden ellos.

Todo ésto tiene una aplicación particular en las reflexiones que hice del cuestionario final de curso. El la útlima parte les preguntaba a los alumnos si les había gustado la clase y la profe. La mayoría de personas contestaron “Sí, yo me gusta la profesora” cuando en apartados anteriores afirmaban que habían aprendido a expresar gustos. Bueno, al fin y al cabo el cuestionario era de creencias de aprendizaje, que crean que lo saben no implica que lo sepan… pero el problema no estaba en que ellos lo aprendieran mal, yo debía haberlo explicado de otro modo. Si la evaluación, por mínima que sea, como ésta mia, demuestra que el aprendizaje no es el esperado hay que plantearse nuevos métodos. También hay que decir que oigo continuamente en la calle y en la tele (ésto último me pone de los nervios): “yo me gustaría encontrar trabajo”, por ejemplo.
Es posible que se mejoren los resultados suprimiendo el refuerzo del CI: a mí, a ti, a ella… en la explicación del verbo gustar y a la vez se insista en la elusión del pronombre pesonal de sujeto en el resto tipos de verbos (Yo tengo caramelos ¿quieres tú?/ Tengo caramelos ¿quieres?), que además se acerca mucho más al habla natural.

Puede que tampoco ayuden mucho las tablas gramaticales tradicionales a base de listas de conjugación y sean más eficaces ejercicios de tipo inductivo. Pero…en fin… será el peso de la enseñanza gramatical de idiomas extranjeros que todos hemos sufrido en la vida que aflora sin quererlo en nuestras clases. De verdad, yo quiero un enfoque comunicativo, con una enseñanza de gramática inductiva… pero a veces me sale la venada tradicional, quizás por falta de preparación de las clases.

Poco a poco, siempre reflexionando, descubriré errores y trataré de aprender de ellos.

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