Qué vergüenza pensar que hace tantos meses que no escribo en el blog. Me sucede que, como cuando leo los diarios de la niñez, me da vergüenza leer lo escrito y pido perdón a mi blog-diario por haberle abandonado tanto tiempo. Un año. He aprendido mucho y no sé si soy otra, al menos soy un más. Las experiencias enriquecen y he decidido volver a reflexionar sobre las mías para aprender de ellas.
Un día leí en un blog de una profesora de ELE la reflexión acerca de su método de enseñanza y sentí curiosidad por hacer también la mí. Vicenta González y Joan-Tomàs Pujolà presentan en su blog http://prpele.wordpress.com/ un modelo de reflexión que me ha ayudado a "autoanalizarme".
¿Quién soy?
Soy Fátima Cheikh-Khamis Cases, una casi recién licenciada con muchos sueños e ilusiones, con miedo a reflexionar por si estos sueños se tornan imposibles y las ilusiones desaparecen por enfrentarse con la cruda realidad. En 2003 empecé la licenciatura de Filología Hispánica en Zaragoza, huyendo de otra titulación en la que adivinaba que no tendría futuro, no por la falta de salidas profesionales, sino porque odiaba dedicarme a algo que no me motivaba en absoluto. La vocación me llevó a la facultad de letras por amor a la literatura y, tras los primeros años, me aficioné por la lengua y hoy mis planes son doctorarme en esta disciplina para dedicarme al estudio de la lingüística aplicada a la enseñanza de español como lengua extranjera (ELE).
Desde hace unos tres años procuro especializarme en ELE mediante cursos, seminarios y lecturas. Por otro lado, mi experiencia es la docencia de ELE a alumnos inmigrantes no alfabetizados en una ong de mi ciudad llamada CODIA. En su mayoría mis alumnos son subsaharianos, chicos jóvenes y muy trabajadores, con muchas ganas de aprender y que realizan un verdadero esfuerzo por venir a las clases tras su larga jornada laboral.
En mi caso, según mi reciente experiencia, el profesor es para los alumnos inmigrantes, en cierto modo, nexo entre la cultura española y sus vidas cotidianas. Hablan español durante el día en el trabajo, con amigos, en la calle... pero las clases de español son un momento de encuentro, una oportunidad de socializarse, de conocer su nueva sociedad mediante la lengua de acogida. No hay que olvidar que somos éso, comunidad de acogida. El cariño en las clases es, para mí, primordial. Nunca se me ocurriría comportarme mal con un alumno, pero quiero decir que no se puede ser neutral. Se les coge cariño y uno se da cuenta de todo lo que supone para ellos enfrentarse a su nueva vida. Cómo vamos a exigirles más. Hacen lo que pueden y en muchos casos es mucho. Quizás no tengan tiempo para repasar en casa, así que los "deberes", son casi impensables en mi clase, pero es impresionante la atención que prestan y cómo retienen los conceptos. Si el rol del profesor es mostrar la cultura a través de la lengua, el rol del alumno es adquirirla e interiorizarla. La labor de enseñar español a la vez que alfabetizar es complicada pero más lo es aprender una lengua que no puede leerse ni escribirse.
¿Dónde estoy?
Actualmente me siento perdida, no sé dónde estoy. Al menos tengo claro quién soy. Es un paso... Esperaba que esta reflexión me ayudara a desvelarme a mí misma dónde estoy. Creo que estoy en el principio del camino. Desde aquí se ve todo lejano, pero al menos se ve en el horizonte. Quiero aprender más a aprovechar las nuevas tecnologías para aplicarlas a futuras clases, quiero aprender cómo reconocer las necesidades de hombres de negocios en el aprendizaje del español para así proporcionar mejor enseñanza, por ejemplo, y sobre todo quiero conocer más profundamente la enseñanza reglada o no reglada de inmigrantes... También me he dado cuenta de que estoy en medio de una montaña de artículos sobre mi mesa para leer, ante una estantería repleta de libros de enseñanza y lingüística... Al menos estoy en camino. Ojalá algún día salude desde la última vuelta del camino.
¿A dónde voy?
Me dirijo al mundo laboral y al mundo de la investigación. No sé si es difícil la compaginación, pero todo es empezar. No dejaré nunca de formarme porque quiero saber más y más, y deseo no dejar de aprender de la experiencia docente, qué muchas veces enseña más que los libros. Poco a poco voy conociendo gente a la que preguntar, comparto experiencias y me adentro en el mundo profesional ELE.
No sé cuando, pero próximamente daré español a un clase, y no un pequeño grupo como hasta ahora, de inmigrantes alfabetizados. Un nuevo reto. Me anima pensar que serán los alumnos de nivel B1(creo que más bien un A2+) de la escuela porque, aunque van a entender mis explicaciones mejor y podré dejar de hacer tantas onomatopeyas, gestos y depender del diccionario visual, ¡la preparación de las clases será más dura y los alumnos más exigentes! Lo cierto es que tengo muchas ganas de empezar aunque echaré de menos a mis amigos de Mali y Senegal.
Muestras
Qué difícil es aportar muestras. Podría decir que los alumnos que venían conmigo el año pasado y han empezado este año ya pronuncian de maravilla las silabas trabadas (bar, bal...) y las combinaciones de consonante no líquida y líquida (bra, bla...) Bueno, es algo que han aprendido conmigo y es más logro suyo que mío, pero me siento orgullosa de ellos.
¿Cómo he llegado aquí?
Estoy aquí porque un día decidí dejar de esperar a que llegase una oportunidad y me lancé a buscarla. Cada día estoy más segura de mí misma, de mis cualidades y conocimientos. La cuestión es que ponerlos en práctica es el mejor método de darse cuenta de lo que uno sabe. Por fin estoy orgullosa de mi trabajo, de ver que objetivamente es algo "valorable", en resumidas cuentas: qué sirvo para algo. Espero que nada me haga cambiar de opinión ahora...
Aún tengo mucho por hacer, por ejemplo, decidirme a dar esos difíciles pasos que aún me resisto a andar.
Por lo menos, al fin, ¡Ya estoy en camino!