Hola a todos. Siento no escribir desde hace mucho tiempo pero llegó diciembre y la época de terminar trabajos y estudiar con mucha dedicación así que abandoné un poco mi actividad de escribir en el blog pero no la de seguir acudiendo a dar clases de alfabetización. Es realmente enriquecedor, disfruto muchísimo haciéndolo, por muy nerviosa que me sienta media hora antes de ir a la escuela. Me gustaría hablar en particular de un alumno, Mahamadu (o Mohammad), uno de los hasta cuatro Mohammads que puedo llegar a tener juntos si se ponen de acuerdo en venir el mismo día. Porque ese es otro asunto... No todos los días vienen los mismos alumnos y siempre se incorpora alguno nuevo. (Por lo visto yo soy el primer contacto de todo aquel que llega nuevo a la escuela). Pues bien, hablando de Mahamadu, debo decir que es subsahariano, creo recordar que senegalés, pero que esto no afecta a su aprendizaje por el momento, porque se le presuponen ciertas dificultades para el reconocimiento de sílabas trabajadas por lo diferente de su lengua y el español, pero no es esta dificultad la que está teniendo por el momento. Lleva asistiendo a las clases desde hace un mes y medio aproximadamente. Hay que tener en cuenta que las clases son dos días a la semana, dos horas cada día, así que lo que se puede avanzar es mínimo, sobre todo porque a lo largo de la semana pueden olvidar lo aprendido... Mahamadu aprendió muy despacio el abecedario y ahora aprende las sílabas. El problema que tiene, al igual que lo tuviera probablemente quien nunca ha sido alfabetizado, es que aprende las listas de memoria. Por ejemplo, con el abecedario solía enseñárselo en grupos de seis letras y las aprendía de este modo, en grupo. Cuando le señalaba una al azar no sabía responder a cómo se llamaba sin repetir el grupo entero. Así sucedió con los cuatro grupos en los que dividí el abecedario. Poco a poco, y tras muchas repeticiones e insistencia en conocer el nombre individual y por separado de cada letra parecía que había asimilado sus nombres. El problema siguiente era el de las sílabas. Para leer no importa que no recuerdes cómo se llamaba la “j” en particular, siempre que recuerdes como suena, pero en cuanto a las sílabas es enormemente necesario que relacionen las grafías con el sonido. Muy despacio intente mostrarle que la “b” con la “a” hace “ba”, con la “e” “be” y así sucesivamente. Igual con la “d” y parecía que lo comprendía, pero la “f” con la “a” no sabía como sonaba. Probé a repetir una y otra vez lo de la “b” con la a “ba” pero cuando se la señalaba aisladamente no sabía responder. Supongo que va a ser un proceso muy largo y cansado tanto para él como para mí. Él siente que no avanza y eso le hace sentirse mal, por eso trato de intercalar el repaso de las sílabas con conversación o vocabulario. Con otros alumnos repasábamos los colores y le invité a hacerlo con nosotros. Yo le decía como se llamaba cada color y le señalaba un objeto que lo mostrara. Aunque sólo fuese de oídas, sin apoyo gráfico del nombre de cada color, los recordaba y señalaba los objetos cuando yo decía un color del mismo modo que sus compañeros. Sonreía cuando acertaba y creo que eso le hizo sentir mejor. Es complicado buscar actividades en las que todos puedan intervenir porque generalmente tengo seis alumnos y cada uno tiene un nivel diferente dentro de su alfabetización. Casualmente, ese día pude hacerlo porque sólo contaba con tres alumnos, muy probablemente porque la intensa lluvia que caía a algunos les hizo pensarse dos veces lo de salir de casa y venir a la escuela.
No sé muy bien como afrontar el problema de Mahamadu. Confío que con insistencia irá avanzando, aunque sea en principio un avance muy lento. Leeré algún artículo o libro sobre alfabetización en que se plantée este problema para ver de que manera puedo solucionarlo.